El primer beso

Estaba leyendo el post de mi sweet mus sobre el arte de besar, cuando me he puesto a recordar, al son de Louis Amstrong. (Reconozco que también me han entrado un par de antojillos obscenos que me mejor me callo toa).
A lo que iba, me he acordado de algunos de los besos que servidora a tenido a bien recibir o dar.
Recordé el primero de ellos, tendría unos trece añitos. ¿Alguien se puede imaginar a una chuli tan joven? El mozo que me gustaba se llamaba Manué, era un chaval grande y muy moreno, que con catorce años ya media 1,80.
Os pongo en antecedentes: A mi amiga le preguntó el amigo de Manue, que por cierto tambien se llamaba Manue, que si quería salir con él, y ella dijo que si, y claro ya se sabe, el novio de ella convenció a su tocayo para que me pidiera salir a mi y así no tendríamos que separarnos, ni ellos ni nosotras.
Después de unas semanas saliendo, los chicos pensaron que había llegado el momento de avanzar un poco en la relación, querían el BESO.
Joer, recuerdo que estuve una semana con diarrea de los nervios, mi mare venga a darme arroz cocido y yo que no le podía decir -maamaaa que me quien besuqueá.
Por aquel tiempo vivía en un edificio con 8 plantas. Mi amiga y yo estábamos sentadas en la terraza cuando llegaron ellos. Había llegado el momento, vamos a lo que vamos. Ella y yo nos miramos medio acojonás, menos mal que estaban ellos (los avispaos) que dijeron. ¿Que prefieres el ascensor o las escaleras?. Mi amiga escogió el ascensor y yo la escalera.
Llegó el momento, mi Manué me cogió de la cintura, me acercó un poco a el, torció la cabeza a la izquierda y directamente introdujo su lengua hasta mi campanilla, la sacó, cogió aire y la volvió a meter, esta vez acompañadas de un montón de babas.
Santo cielo, aun me da acojone al recordarlo.
Menos mal que llegaron los enanos al rescate, es decir, unos veinte o treinta niños de 9 o diez años, que se habían enterado de que nos iban a dar el "beso" y se habían escondido, repartidos entre las ocho plantas. En la siguiente parada del Manué para coger aire, uno de los chavales (al que sigo profundamente agradecida) gritó: -Ostia,¿Es qué la está inflando como a los globos?.
El Manue, que como ya habéis podido imaginar era "pelin" bruto, se volvió con la mano abierta para repartir unas cuantas hostias, momento que aproveché yo para coger aire, limpiarme las babas de la barbilla y bajar las ocho plantas como si me persiguiera el diablo.
Como podéis imaginaros aquella relación duro poco más, de hecho, hasta que mi amiga, que por cierto solo recibió castos besos en la mejilla, escribió en su diario " A ella le ha dado mucho asco y la pobre lleva vomitando babas dos días", y para rematar la faena escribió que lo habíamos apodado como lengua chorreante.
Un día, su hermano le quitó el diario y cuando estaba leyéndolo, llegaron los Manueles y en fin...se lió el lío.

Que traumas leshes, no me extraña que me haya quedado así.

¿Y el de ustedes?