Un dia tonto lo tiene cualquiera

Estoy leyendo un libro de escritura creativa y uno de los ejercicios es el siguiente: Ir a pasear, mirar y después lo más dificil traducir esas imagenes en palabras.

Peeroooo

Cuando lo vi , me parecío ese tipo de hombre al que yo considero como "EsPecadoEstarTanWeno". Como Adonis griego el estaba sentado con gracia en un banco del parque, en ese momento leía un periódico y al pasar por su lado, levanto la vista y nuestras miradas se cruzaron durante unos segundos.

Pensé en una de esas películas en que los protagonistas se miran a los ojos y salen estrellitas de colores y se les ponen corazones en los ojos mientras se miran. (vale, aun veo dibujos animados)

Claro que eso solo fue un destello pasajero, como si la vida pasara por delante de mis ojos, ya que inmediatamente mi hija, me dio un tirón del bolso y empezó a gritar con todas sus fuerzas que se había caído, chillandole a todas las madres del parque que se HABIA CAIDO, a todas las vecinas del pueblo que se le HABÍA CAIDO y que posiblemente se habría roto un pie o algo peor, y que le dejara las muletas, y ayyysssMAMAAA QUE ME HE CAIDOOOOOOO.

Inmediatamente acudí a mi pequeña, el hombre morbo del banco tendria que esperar. La curé (dandole besillos shalameros y le di mimitos. Cuando levanté la mirada para ver como estaria mirando el "TioWeno" lo buena madre que yo era, ya se habia largado.

-Maldita sea, pensé, para uno que me mira....(Valeeee...solo me miró dos segundos)

En fin que después de estar durante dos horas en el parque, totalmente despeinada (aun más), los vaqueros llenos de verde del césped, con los pies dormios, una sobredosis de mala leche (aun más), y a punto de volverme una madre maltratadora, gritándole a mi niña que ya estaba bien de tanto columpio y que eran las diez de la noche y o que venia o le daba un sopapo...¿Qué podia pasar entonces? Pues justo en ese momento aparece otra vez él, tan guapo y tan fresco, como si fuera una mata de lechuga recién regá.

Me miró y empezo a mover la cabeza de un lado pa otro. Solo le faltaba chasquear la lengua, o si lo hizo yo no lo escuché.
Levanté la cabeza (aun me duele el cuello) cogí las muletas, me agaché y le susurré a la niña que si nos ibamos ya , y no montaba ninguna pajarraca, la dejaria ver una hora de tele.

El libro no ha volado por la ventana aun, pero lo estoy pensando.