Migas nostalgicas

Nada te turbe;
nada te espante;
todo se pasa;
Dios no se muda,
la paciencia
todo lo alcanza. (Santa Teresa de Jesús 1540. Avila)

Y tenia razón la santa.

Es curioso como cambian las cosas. Una se piensa que hay cosas que jamás lo harán y te llevas la sorpresita.
Me explico, claro.
El día 28 de febrero, festivo por estos lares, decidimos ir a comer migas al pueblo de mi mare. Después de ir babeando todo el trayecto en coche, si ¿que pasa? babeando, llegamos a los Arrieros, un hotelito de montaña con un restaurante muy mmm...de pueblo, lleno de olores a campo, a encina, a candela, o al menos así lo recordaba yo.
La primera sorpresa que nos recibió fue el destrozo que hicieron con la decoración. Habían descolgao los jamones, los chorizillos y las ristras de ajos de la pared y en su lugar han colgado unos cuadros muy...muy...mmm...abstractos.
La barra que antaño era de madera había sido cambiada por una encimera gigante de granito rojo chillón, y los bancos de nea,en el que Dios sabe cuantos culos se acomodaron delante de un vino, son ahora unas incomodas banquetas de ultimo diseño, donde no sabes como se ponen los píes.
En lugar de ver al "metre" como se solía llamar el camarero mariquita que había allí, si mariquita y a mucha honra (esa era su frase favorita) y que nos recibía contando chistes subidillos de tono y recomendándonos por supuestisimo el rabo de toro, hay un camarero con las mismas patillas que Curro Jimenez y los dientes del cuñao, que en cuanto nos sentamos dejo caer las cartas de un golpe en lo alto de la mesa y nos miro con cara de kinki cabreao..(ohhh, disculpe que tenga que atendernos, es qué tenemos hambre y hemos venido hasta aquí, pero no se enfade maestro, que puede usted terminarse la cerveza antes de cogernos nota)
Uno de mis amigos, al que no le gustan las migas (si, e raro el shaval) le pidió que le sugiriera algo, y el bandolero enseñando el diente dijo: -Aquí to ezta weno y ar que no le guzte, puerta.

Las preguntas rondaban por la mesa..¿Serán las mismas migas?, ¿El mismo lomo?, ¿El mismo chorizo?, y lo peor ¿Habrán cambiado de cocinera?
Que intriga teníamos cuando pedimos las migas a lo bestia (Así se llamaban, aunque ahora las titulan Migas los Arrieros)

Cortesía de la casa, y como premoción a lo que nos esperaba, nos pusieron unas aceitunas tan blandas que parecían para juntarlas en pan.
Momentos de tensión hasta que llegaron las migas. Al mirar el plato, todos pusimos la misma carita de pena.
Lo que antes era un lomo aliñadito con su romero y sus yerbitas, tan ternita la que estaba, se ha convertido en un "cachocarne" dura, pero no dura...sino duuuuraaaa... con más nervios que una concentración de histéricos al sol.
El chorizo ha sido cambiado por una cosa roja y brillante que nos da pelín de aprensión cortar, no sea que se mueva o escupa algo.
Las migas están tan secas que amenazan con absorvernos la sangre del estomago o como poco secarnos toda la saliva de la boca.
Lo único que parecía que no había cambiado era el huevo. Pero supongo que al dueño nuevo le debieron vender el gallinero incluido con el hotel, ya sabéis eso de tener gallinas, hace que al turista de capital le parezca todo más autentico y más rural.

Todos nos fuimos con las orejas gachas, y una sensación de -Jooooo que pena.

Peeero, para quitarnos el disgusto fuimos parando en todos los bares que hay en la carretera, bebernos unos pacharanes y recordar con añoranza como eran "aquellas migas a lo bestia" y la gracia que tenia el metre cuando ponía el rabo de toro en la mesa y decía.
-Ea, que aproveche. Jartaros niñas, que otro como este no vais a pillar. (ni en sueños)