viernes, abril 13, 2007

Un cuento

Anoche pensaba que en un día como el de hoy podría meterme un poco en situación y asustar a los respetables lectores de este blog. Aunque yo no creo en la mala suerte ni nada por el estilo, si que creo que a veces pasan cosas y bueno, todos sabéis que a veces escucho voces, sobre todo por la noche. Esas voces suelen aparecer cuando por fin la niña está dormida y a veces tengo una cervecita delante. Esas jodidas voces empiezan a putearme,y están dandome collejas hasta que me levanto de la silla y voy a buscar un boli y un cacho de papel, cartón, servilletas, o incluso un ladrillo (una vez si). Hasta que no escribo todo lo que ellas me dictan no puedo irme a dormir.
Solo añadir que anoche me tuvieron hasta las tantas y hoy tengo más sueño de la cuenta. Espero que no se me cansen demasiado de leer, y si es demasiado largo este post, con esperar uno más corto es suficiente.


El Espejo Ilusionista.

Cuida tus deseos, la mayoría de ellos sólo son ilusiones. – Dijo mi padre al tallarme.
–Pero, se equivocó.

Sandra miraba el reflejo de sus grandes ojos azules en el espejo que tenia sobre el tocador. Pensaba en la gente que por algún motivo –qué ella no llegaba a comprender- era incapaz de sostener su mirada por más de unos segundos, sin embargo, para ella uno de los momentos más especiales en esa última semana era sentarse en la vieja mecedora de madera que tenia en su cuarto, mirar aquel espejo y ver como este le devolvía la mirada. ¡Su espejo era valiente¡ , su espejo no se volvía para otro sitio cuando ella sonreía. ¡Era tan bonito su espejo¡
Seguía sentada en la misma postura cuando su madre la llamó para cenar. -¡No tengo hambre mama¡ Dijo en voz alta, se soltó las trenzas y empezó a cepillarse el pelo, mientras lo hacia no dejaba de mirar sus ojos en el espejo
Su madre le subió un vaso de leche y lo puso en la cómoda. Abrió el armario y mientras buscaba el uniforme escolar vio que el pequeño escudo del colegio se estaba despegando, pensó que no valdría la pena volver a pegarlo ya qué en unos días la niña cumpliría 18 años y dejaría de usarlo. Antes de salir de la habitación le dio un beso y le dijo qué no se acostara tarde -. Ella no respondió, no tenia ganas de hablar. Su madre estaba acostumbrada a esos silencios, así qué no le prestó atención.
El reloj marcó las doce. -Ya es la hora de dormir –se dijo en voz alta, mientras se levantaba de su vieja butaca.
-Buenas noches, butaca preferida -Como respuesta recibió el largo chirrido de la madera al crujir sobre el suelo, qué ella en su mente infantil relacionó con un Buenas Noches Sandra.
Cogió el pequeño espejo y lo llevó a la cama. Su mama le había dicho que tuviera cuidado, era viejo y se podría despegar fácilmente, así qué lo colocó con mucho cuidado sobre la almohada y buscó su pijama infantil de ositos. Demasiado pequeño para ella, le había repetido su padre muchas veces, pero ella no estaba dispuesta a guardarlo en ningún cajón con sus cosas de bebé. Estaba a punto de quitarse las zapatillas cuando el espejo atrapó su mirada.
-¿Por qué me miras espejito? . ¿No te da miedo mi cara de niña idiota? .¿Mi sonrisa llena de dientes torcidos? – dijo adoptando el tono con el qué algunos niños la llamaban a veces.
-El espejo la miró con atención, le sonreía con sus mismos dientes torcidos pero también con su mirada clara.
- No tengas miedo, solo soy tu reflejo –le pareció que el espejo le había respondido, con su voz pero sin el tartamudeo qué a ella le perseguía.
-¿Por qué me hablas? –le preguntó ella mientras se lo acercaba un poco más a la cara, buscando con curiosidad le dio la vuelta, mirando con detenimiento y esperando encontrar la boca del espejo, pero no la vio, estaba a punto de desechar la idea de que el espejo le había hablado cuando recordó un cuento que su madre le habia contado varias veces, y con una sonrisa que le llenó la cara, le preguntó con voz bajita, como si le contará un secreto. -¿Eres como el espejito de Blanca Nieves? . ¿Puedes cumplir mis deseos?
Este no volvió a hablar más, como única respuesta reflejó la mirada azul de Sandra y una brillante luz iluminó toda la habitación.


A la mañana siguiente, cuando su madre entró en la habitación. La niña estaba sentada en la cama con una zapatilla quitada, la cabeza agachada y su larga melena rubia cayendo sobre su menudo cuerpo desnudo, tan solo sostenía el espejo sobre sus rodillas.
-Sandra vístete te vas a enfriar hija y date prisa qué tu autobús está a punto de llegar. -Dijo la madre mientras cogía el uniforme y lo ponía sobre la cama. Pero Sandra no respondió. La madre volvió a insistirle, y se acercó a ella para tocarle el hombro. –Ensimismada como siempre. –Pensó con una sonrisa. Sin embargo y como en cámara lenta vio qué la niña se dejaba caer de espaldas sobre la cama, las manos soltaron suavemente el espejo, que cayó sobre la moqueta dando vueltas sobre si mismo, hasta que dejo de girar y quedo mirando el techo. La cara de la niña tenia una gran sonrisa, sus ojos abiertos de par en par se habían vuelto azul oscuro y de sus labios salía un pequeño hilo de sangre, dos surcos blancos y secos atravesaban sus mejillas.
-Lágrimas secas.- Pensó la madre antes de llevarse las manos a la cara y gritar con todas sus fuerzas.

Ese mismo día por la tarde, toda la familia y amigos lloraban ante el ataúd de pino. -Que guapa está -pensaban todos en silencio. Ahora qué por fin había cerrado los ojos, tan azules, esos qué buscaban con ansia una mirada correspondida y qué nunca le devolvían. Por fin había quitado esa mueca de niña retrasada, por fin parecía el ángel qué debió de haber sido cuando nació.
Todos los qué la miraban se quedaban sorprendidos, quizás preguntándose como no habían visto la hermosura de esa niña antes. Ahora nadie apartaba la vista. El deseo de Sandra se había cumplido, tal y como ella susurró a su espejo.

Su madre es la única que no está abajo con los demás, no ha salido de la habitación de la niña desde que llegaron los de la funeraria. Su marido insistía para que bajara con los demás, sin embargo ella negaba una y otra vez con la cabeza. Miraba el olvidado vaso de leche que le había subido la noche anterior. –Ni siquiera lo probó. –pensó y sentada en la cama acariciaba distraidamente la colcha
Un pequeño reflejo le cegó los ojos, parpadeó pero al volverlos a abrir, vio el mismo destello. Se acerco a la ventana dispuesta a cerrar la cortina, posiblemente la bombilla de la farola de la calle que acababa de encenderse. Se va a fundir –Pensó.
Tiró de la persiana hasta que escuchó el ruido de las hojas encajarse. Sin embargo, antes de encender la luz de la mesita de noche, volvió a ver el mismo reflejo, era de un tono azul claro.
-Del mismo color que los ojos de Sandra, dijo en voz alta y curiosamente parecía salir de la cómoda.
Con el corazón latiéndole en los oídos se acercó lentamente. No tenia miedo, era mayor la curiosidad, pero ¿De donde venia?. -Volvió a mirar la persiana y dijo en voz alta. -Esta cerrada completamente, es imposible que...
Aun curiosa miró a su alrededor buscando el origen de la luz, pero no había nada qué pudiera causarlo. Se acerco a la cómoda y vio el espejo de su hija. Sonrió un poco al recordar lo caprichosa que se había puesto Sandra cuando lo vio en el escaparate de la pequeña y atestada tienda de antigüedades y sus grititos caprichosos, invistiéndole una y otra vez en que lo quería y cuanto necesitaba aquel espejo. Paso un dedo sobre el marco y entonces volvió a ver el reflejo, y giró rápidamente buscando de donde provenía ese destello.
Nada, no había nada detrás.
Volvió a sentarse en la cama, pero ahora con el espejo en las manos y mientras lo miraba, recordó que había encontrado a su hija en la misma postura que ella se encontraba en ese instante. –Sandra. –suspiró- Ya te hecho de menos hija, -dijo mientras notaba como se llenaban de lágrimas sus ojos. –Que injusticia, ¿por qué? –se preguntó con dolor mientras se dejaba caer boca abajo en la cama, apretando el espejo contra su cuerpo.
Entonces vio como del espejo salía un reflejo azul, ya no había duda de donde provenía esa luz y con curiosidad, lo miró detenidamente y se lo acercó a la cara.
-¿Porqué me miras? -Preguntó a la mujer qué lloraba al otro lado del espejo
El espejo no le respondió, pero ella hubiera jurado, -si alguien le hubiera preguntado alguna vez- que su propio reflejo le sonreía mientras ella lloraba.

Todos hablaron de lo triste que había sido. Pobre hombre. Enterrar a su mujer y a su hija en el mismo día.
Es normal que no quiera salir de la habitación de Sandra.

Laura.

9 comentarios:

Presionado dijo...

Me gusta mucho.
Tiene la cadencia y la textura de los relatos cortos de Stephen King.

Me ha gustado.

chuliMa dijo...

me alegro caballero

Shaluditoss

Mus dijo...

Muy bien, chuliMa, muchas gracias. :)

Yo los espejos los rompo a miradas. Por eso no puedo manejar carros, porque es echarle el ojo al retrovisor y ¡¡pam!!, estallar en 126 pedazos: ni uno más, ni uno menos, cualquiera que sea el vehículo. Qué tino quebrador, oiga.

Mi papa dice que es por feo, pero yo sé que son los fabricantes de espejos, que me persiguen con estos sabotajes para amargarme la vida y obligarme a tomarme mis pastillas.

Mientras, me veo obligado a viajar con un antifaz que me dieron unos de una aerolínea, de esos del neceser de primera, cuando les rompí en 252 cachitos (126 por unidad) los espejos de los dos primeros lavabos. Así, cegado, en aquel vuelo pasaron por mi boca los labios dulces y las lenguas lúbricas de todas las azafatas, que se turnaban para deleitarse con mis besos y llamarme guapo con arrebato. A fuer de sinceridad, espero que no fueran los azafatos también los arrebatados, porque lo cierto es que yo no veía nada de nada.

Desde entonces, conservo el antifaz y me lo pongo en cuantico que me avisan de que hay un espejo. De los besos apenas me acuerdo, pero no importa: si deseo más, sé que basta con subirme al avión y meterme en un par de lavabos.

chuliMa dijo...

uys...¿y viajas mucho?. Lo digo por que quien sabe, igual nos topamos en algun vuelo.
Yo antifaz no me pongo, pero orejeras si.
Tu no ves, yo no oigo, ahora solo nos falta el mudito.
:-)

Mus dijo...

O mudita, ¿no? Qué perversión de trío... :D

chuliMa dijo...

Y con un tanga marcariamos moda

:-)

Presionado dijo...

Si es por eso, yo guardo silencio mu bien...

UIsss, que yo no viajo.

csar dijo...

Muy bueno el relato!!
Escribes genial, de verdad :)
Felicidades!!

chuliMa dijo...

jaja..presi, pues ya tenemos los tres monitos sabios.

csar...asias hombre, tú si que sabes... ;-)